
Mérida es la ciudad blanca por una situación muy triste de discriminación. Era una ciudad para blancos. Cuando fue fundada, en 1542 (obvio lo busqué en wikipedia) el señor Francisco de Montejo, según por sus ganas de mantener la ciudad “pura”, decidió que Mérida sería solo para los “blancos” y que los indígenas no podrían cruzar sus puertas, planeaban incluso amurallarla pero eventualmente desistieron de la división porque era imposible. Los blancos no podían con todo el trabajo… Ese señor Montejo me hizo enojar mucho y aunque después logré aceptar que todo es parte de la historia, no soporto su “casa” que según es el primer edificio representativo del estilo plateresco (barroco mexicano) con figuras grandes de españoles pisando cabezas de mayas… Ellos llegaron y en Mérida ya solo quedaban pocos indígenas muriendo de hambre, el no ganó ninguna batalla. Creo que era más su miedo a los indígenas que la fuerza y valentía que quería representar con esas construcciones… lo odio.
En fin, después de mi coraje hablemos de la comida, como les platiqué desayuné panuchos, también comí y cené, siempre que pude. Tomamos el turibus y bien valientes nos fuimos en la parte de arriba con el solazo, a eso íbamos. Además, ¡ya nos aceptan a los negritos en la ciudad blanca XD!
Conocí más rincones de la ciudad y me enamoré poco a poco. Comimos en la plaza de Santa Lucia donde más tarde y por suerte, vimos una serenata yucateca. Son cada jueves y llevan años haciéndolo, esa noche bailaron y tocaron hasta las 11pm ¡fue increíble! al final me comí una marquesita de queso y a dormir.
Nuestro hotel estaba hermoso, es el Gran Real Yucatán y aproveché para tomar unas fotitos con este playsuit de la colección de H&M para Coachella, lo amé por sus flecos en los brazos.
¡En un próximo post les platicaré sobre Chichen-Itza!